Socióloga Glenni morillo (papel de trabajo Video- Conferencia 9/11/09

Socio-Tecnologías para Asambleas: Creación de sentido y demostraciones en la remodelación del Lower Manhattan (Resumen)

Por Monique Girard y David Stark

La destrucción y devastación en lo que fue la sede del World Trade Center después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 dejaron una inmensa sensación de inseguridad en lo que había sido un dinámico distrito financiero. La remodelación del sitio, denominado Ground Zero, planteó un desafío material, emocional, social y político para los habitantes y las autoridades de Nueva York. No sólo los numerosos afectados presentaron sus reclamos a las diferentes agencias gubernamentales, sino que los residentes y otros grupos culturales, educativos y religiosos exigieron participar en el proceso de remodelación. Se planteó, entre otras, la posibilidad de convertir el área en una zona residencial; o en un centro cultural con universidades, museos y una ópera; o en un “área verde” de interés ecológico.

Desde un principio, las diversas partes interesadas estuvieron de acuerdo en un punto: que la remodelación fuera un proceso democrático, abierto y participativo, que trascendiera los meros intereses mercantiles. Pero también quedó en evidencia el hecho de que existen múltiples nociones de democracia, representación y bien público. Los neoyorquinos empezaron a explorar colectivamente las acciones a tomar respetando la heterogeneidad de sus puntos de vista. Se realizaron numerosos foros públicos para discutir la remodelación del área del Lower Manhattan, empleando diversas tecnologías de deliberación, que iban desde ideas escritas en papel, o encuestas utilizando medios electrónicos, a discusiones en línea y demostraciones digitales. La situación permitió examinar las tecnologías disponibles para la participación ciudadana, demostrándose que las formas de representación en la esfera pública estaban evolucionando al mismo tiempo que las tecnologías digitales.

Basándose en estudios pioneros, como los de Merton, Lazarsfeld y colaboradores a mediados del siglo XX, quienes examinaron el funcionamiento de la burocracia y la dinámica de la comunicación de masas, se empezó a investigar la importancia del surgimiento de formas no jerárquicas de colaboración en la actual era de los medios interactivos, en la cual el diseño organizacional se relaciona íntimamente con el diseño de interfaces digitales (Beunza y Stark, 2004; Dorf y Sabel, 1998; Friedland, 2001; Girard y Stark, 2002; Sack, 2005; Schuler, 2004).

Mientras que los movimientos, la producción y la comunicación de masas eran los principales protagonistas en los años 50, en la actualidad la palabra clave es colaboración: producción colaborativa, medios interactivos, y movimientos de investigación cooperativa. El conocimiento se reparte socialmente a través de formas menos jerárquicas, y las fronteras entre expertos y laicos parecen difuminarse. Las herramientas de representación se han hecho interactivas. Las deliberaciones sobre el espacio público parecen haber evolucionado desde las movilizaciones populares de calle al manejo de complejas cuestiones técnicas.

En particular, el problema de la búsqueda de información relevante utilizando las tecnologías digitales cobra especial importancia. En el caso que nos ocupa, el de los ciudadanos y asociaciones cívicas de Nueva York, el tipo de búsqueda es único: no se sabe lo que se está buscando, pero se reconoce cuando se encuentra. No se trata de la típica búsqueda cuyo resultado son las coordenadas de un objetivo conocido o un determinado documento o código, sino de una búsqueda colectiva, sin sentido de jerarquía, distribuida entre cientos de organizaciones, cuyo funcionamiento implica una combinación de acción directa con auto-organización espontánea. Para examinar esta construcción colectiva de sentido por medio de una búsqueda en la que no se sabe lo que se está buscando, podemos apoyarnos en la filosofía pragmática de John Dewey, según la cual sólo podemos llegar a resolver el problema en el mismo proceso de tomar medidas proactivas para hallar la solución (Dewey, 1927-1991, 1939-1993, 1998; Dorf y Sabel, 1998).

Dewey no sólo analizó sistemáticamente el problema de la investigación, sino que lo enmarcó en el estudio de las prácticas democráticas y las tecnologías de comunicación. La construcción de sentido que los individuos llevan a cabo a diario se enfrenta a cambios impredecibles que exigen ajustar, revisar o transformar las herramientas interpretativas por medio del debate y la discusión social. Dewey temía que el público estadounidense ya no pudiera participar plenamente en las prácticas democráticas, debido a que las tecnologías de comunicación masiva lo habían alejado de los intercambios comunitarios directos hasta convertirlo en un receptor pasivo de ideas y opiniones preformadas. Guiados por Dewey, es necesario investigar cómo las nuevas tecnologías interactivas pueden facilitar el diálogo comunitario directo.

La sociología de la producción colaborativa nos enseña la importancia del proyecto como unidad organizativa. Aunque los productores son empleados por organizaciones, de hecho trabajan cada vez más en proyectos. La reconstrucción del Lower Manhattan es un proyecto que reúne a especialistas de diversas industrias en un proyecto (o en una ecología de proyectos compuesta de numerosos proyectos menores) de duración limitada. Las agrupaciones encargadas de estos proyectos suelen ser pequeñas; y pueden interrelacionarse cara a cara o a través de Internet, o por una mezcla de ambas; constituyéndose en espacios públicos heterogéneos de construcción colectiva de sentido.

El público, entonces, se ha convertido en una combinación de redes sociales, protocolos y tecnologías, tal como lo concibió Dewey (1927-1991). Las tecnologías usadas varían desde simples sillas y mesas a micrófonos y cronómetros para regular las intervenciones en las asambleas. Los protocolos determinan quienes son los voceros autorizados y por cuánto tiempo pueden intervenir. El conocimiento se distribuye socialmente entre los grupos de personas, las herramientas que emplean, y los “ambientes simbólicos y físicos, tanto naturales como artificiales” donde se realiza la interacción (Pea, 1993). La instrumentación e infraestructura de la deliberación influye en la construcción colectiva de sentido. Por otra parte, la deliberación no debe ser la única vía de participación; también se incluyen, por ejemplo, los testimonios (Sanders, 1997).

Las socio-tecnologías para asambleas usadas en el proyecto del Lower Manhattan pueden clasificarse en tres categorías: “sensing” o socio-tecnologías para reunir, recolectar y clasificar información; “sense making” (construcción de sentido), para articulación, contraste, discusión y re-conocimiento; y “demostración,” para mostrar, confrontar y constituir respuestas sociales.

Las nuevas tecnologías facilitan la percepción colectiva: por ejemplo, las fotografías vía satélite pueden compartirse al instante a través de la Web. Los grupos de neoyorquinos empeñados en la reconstrucción del Lower Manhattan debían compartir numerosas búsquedas simultáneas. Mientras los abogados se ocupaban del complejo problema de la propiedad, otros grupos investigaban características como la demografía, la historia y las posibilidades futuras del área, haciendo importantes hallazgos que inmediatamente eran diseminadas a gran escala empleando las tecnologías virtuales. La diseminación aseguraba la transparencia, es decir, la discusión y toma de decisiones totalmente abierta al público, sin “cajas negras” que ocultaran los hechos.

La construcción de sentido fue llevada a cabo por numerosas organizaciones civiles coordinadas por las denominadas “Asambleas de Imaginación.” Una de ellas, Imagine New York, realizó talleres y encuentros en escuelas, iglesias y demás centros comunitarios para recopilar sin exclusiones las ideas del público en general. Los resultados, originalmente anotados a mano, fueron digitalizados y distribuidos a la prensa, a las agencias gubernamentales y a otras organizaciones. Con esta información se creó una heterogénea Galería de Ideas en la Web.

Este trabajo fue complementado por las Asambleas de Deliberación, una de las cuales fue “Escuchando a la Ciudad,” que utilizó tecnologías y protocolos electrónicos para reunir un foro de deliberaciones sobre la remodelación del sitio del WTC. Las deliberaciones verbales fueron votadas por medio de teclados electrónicos, y los resultados proyectados en monitores gigantescos. La iniciativa se convirtió en un verdadero ayuntamiento electrónico, capaz de presionar a las autoridades para impedir la aprobación de algunos proyectos impopulares.

Por último, aunque hubo pocas demostraciones callejeras, el tema de la contaminación resultante de los atentados y la negación de la misma por parte de las autoridades ambientales provocaron importantes reacciones públicas que se multiplicaron cuando los organismos responsables no ofrecieron información adecuada. Las discusiones propiciadas incluyeron la difusión de conocimiento sobre detalles técnicos de contaminantes específicos (asbesto, plomo, arsénico, etc.) a solicitud de los participantes. Como resultado de esta acción, el público pudo saber que muchas agencias responsables de la salud pública habían entregado deliberadamente información inexacta y tendenciosa.

La discusión sobre la remodelación del sitio del WTC continúa, y aunque ya se ha decidido construir un gran centro de tránsito y un monumento conmemorativo, el diseño definitivo aún no ha sido aprobado. No obstante, los neoyorquinos han revitalizado la participación cívica y demostrado la importancia de la tecnología en la organización de la misma. Se crearon nuevas organizaciones y las antiguas fueron reformadas. Decenas de miles de ciudadanos de a pie participaron en la construcción colectiva de sentido. Las tecnologías digitales fueron esenciales para la movilización, distribución de información y apoyo al trabajo interpretativo colaborativo. La tecnología no sólo incrementó el flujo de información, sino que permitió la constitución de comunidades de interpretación.

Resta el problema de la temporalidad intrínseca de los proyectos, y la pregunta de cómo conservar el conocimiento adquirido para futuros proyectos. En la era digital es común que los sitios Web y otros formatos donde se almacena información caigan en el desuso y la obsolescencia. Esta situación plantea un desafío importante a las bibliotecas, los museos y las universidades.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Los Siete Saberes de Edgar Morin .Bibliografía Anotada 4 (30/10/09)

REFLEXIONES SOMMERVILLE. CAP I

QUE ES LO VIRTUAL PIERRE LEVY PARTE II